Lengua

La clase de 3ºA esta compuesta por 19 alumnos nuestra profesora de lengua, que tambien es nuestra tutora se llama Isabel Maria Cebrian Sevilla.

La lirica medieval


1.- La lírica tradicional en los siglos XV y XVI: los villancicos y el romancero.

1.1.- Los villancicos.

Con tal nombre se conoce toda la lírica tradicional castellana, catalana y sefardí. No se conoce por escrito hasta el siglo XV, cuando músicos y poetas de la corte de los Reyes Católicos empiezan a fijarla, pero anteriormente tuvo una tradición oral: en la Chronica Adepholsis Imperatoris y en la Crónica del Tudense, del siglo XIII, se citan canciones de boda, de soldados, y otras cantadas por el pueblo. Su descubrimiento en la Corte provoca una oleada neopopularista que se refleja en los cancioneros del XV y principios del XVI. La palabra “villancico” no se consolida hasta principios del XVI y varía con el nombre de “villançete” y “villancillo” siempre designando una estrofa amorosa tradicional o popularizante culta que será acompañada por una glosa.

La glosa popular es más corta y sintética, con léxico popular y una íntima relación, temática y formal, con el villancico base. La culta, por el contrario, es más larga, se explaya en la narración y el diálogo, incluye un léxico culto y tiene al villancico base como una excusa para la expresión poética culta.

El villancico, así entendido, es una poesía sintética de lenguaje simbólico, que se vale de pocos adjetivos y tiene un predominio de las oraciones simples y paratácticas. Suelen ser canciones femeninas y amorosas: una muchacha toma como confidente a su madre, quejándose de su amigo -como el habibi de las jarchas-. Tiene grandes coincidencias con las jarchas y las cantigas galaicoportuguesas; en Provenza existieron zéjeles del mismo tipo; en Francia, los refreins eran versos añadidos a composiciones mayores de la misma índole, como los frauenlieder germánicos. Probablemente todas estas composiciones vengan del mismo tronco, el de las winileodas de la baja latinidad de los siglos VII y VIII, que, a su vez, pudieran arrancar de lo ritos primaverales femeninos del Paleolítico, que cantaban al amor y a la fecundidad.

Sánchez Romeralo ha establecido una clasificación temática de los villancicos en cinco grandes grupos:
x la niña -con los temas de la morenica, el juego de los ojos y los cabellos-,
xx el encuentro amoroso -al alba, en los baños de amor o en la romería-;
xxx las penas de amor -el insomnio, la ausencia, el olvido, las quejas al mar, la malcasada,...-;
xxxx el desenfado y la protesta -por ejemplo en la niña que no quiere ser monja-;
xxxxx y las fiestas de amor -de mayo o de San Juan-.

Formalmente, los villancicos presentan una predominancia de la asonancia, versos de arte menor, preferentemente octosilábicos, y una variada serie estrófica: pueden mezclar libremente estrofas de dos a cuatro versos; aunque hay dos combinaciones fijadas en el zéjel y el cosaute.:

 Dísticos: el segundo verso repite parcialmente al primero y se asemeja en el ritmo acentual.
 Trísticos: de estructura abb.
 Estrofas de cuatro versos: cuartetas abab; en forma de endechas, en heptasílabos, preferidas para los temas dolientes; las redondillas, abba; y las seguidillas de estructura 7a5b7a5b.
 Zéjel: tiene un estribillo al que le siguen unos versos de mudanza, continúa con un verso de vuelta al estribillo y se cierra con el mismo estribillo. Tiene una estructura parecida a las moaxajas y qasidas, donde, en vez de estribillo, está el markaz al inicio.
 Cosaute, o cosante: es una serie de pareados separados por un estribillo invariable: el primero de los dísticos, o cabeza, contiene el estribillo y presenta el asunto, mientras que el resto de pareados insisten por variación sobre la idea dada en la cabeza.

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